Algunas de las barras bravas de Brasil se pusieron ayer en pie de guerra con la sugerencia de que deberían cambiar su conducta en los estadios, acabando con la samba, las banderas e incluso obligándoles a tener puesta la camisa todo el tiempo.
La polémica la desencadenó João Borba, presidente del consorcio Maracaná Entretenimiento, que gestiona el coliseo de Río de Janeiro, recién reformado, en el que podrían jugar hasta cuatro equipos de la ciudad: Flamengo, Fluminense, Botafogo y Vasco da Gama.
Borba afirmó que, en aras de la seguridad y el confort, los aficionados tendrán que adaptarse a nuevas reglas, que incluirían, según él, sentarse siempre en los asientos o vestir camiseta en las tribunas.
La sugerencia de no levantarse de la silla desagradó a los fanáticos aficionados, que están acostumbrados a saltar durante los 90 minutos de los partidos.
También acogieron con incredulidad la idea de que no hay que quitarse la camiseta, en una ciudad de playa donde es habitual que los hombres caminen sin camisa por la orla marítima y las mujeres con tops y en la que se alcanzan los 40 grados en verano.
El dirigente también dijo que “en estos nuevos tiempos” tampoco se deben llevar al estadio banderas con palos o instrumentos musicales.
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