El estadio Maracaná, abandonado desde la disputa de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en agosto pasado, recibió ayer autorización para reabrir sus puertas al partido de Copa Libertadores que mañana jugarán el Flamengo y el San Lorenzo argentino.
El Cuerpo de Bomberos dio ayer luz verde para que el llamado “templo del fútbol brasileño” reciba un partido oficial, algo que no ocurre desde el 27 de noviembre, cuando el mismo Flamengo recibió al Santos en la Liga brasileña.
El Maracaná quedó abandonado desde finales de noviembre tras el litigio, aún no resuelto, entre el Comité Organizador de Río 2016 y la concesionaria del estadio, que entregó el recinto para los Olímpicos y reclama que no le fue devuelto en el mismo estado.
El abandono quedó evidente a inicios de año, cuando se conoció que, aprovechando la escasa vigilancia, fueron sustraídos televisores y dos bustos de bronce, así como mangueras y extintores de incendio.
Imágenes aéreas también mostraron el césped completamente abandonado, mientras que la Justicia ordenó cortar la luz del estadio por el impago de facturas por valor de unos 3 millones de reales, cerca de 1 millón de dólares.
La directiva del Flamengo, el club más popular de Brasil, invirtió cerca de 2 millones de reales, unos 660.000 dólares, para reparar algunos desperfectos.
El Cuerpo de Bomberos constató ayer la presencia de una serie de requisitos para autorizar la disputa del partido del grupo 4, que completan Atlético Paranaense y la U Católica de Chile.
Los Bomberos constataron el estado de conservación de la estructura, la presencia de equipamientos fijos y móviles de seguridad, así como la presencia y funcionamiento de puertas de acceso al estadio y a la grada.
El Flamengo imprimió para la venta 52.700 entradas, aunque el coliseo tiene capacidad para 68.500 espectadores.
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