El sol se elevó a 28 grados ayer en la ciudad de Sochi, donde la selección de Brasil hizo de las suyas en un entrenamiento que llevó al delirio a hinchas, y al borde de un ataque de nervios a las autoridades que debieron multiplicarse para neutralizar tanta impertinencia.
Las barreras de contención al borde del campo de prácticas fueron derribadas al menos en cuatro ocasiones, lo que obligó a los hombres de seguridad a emplearse a fondo para neutralizar la avalancha de personas que corrían en busca de Neymar.
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