jueves, 28 de marzo de 2013

El fútbol carioca agrava su crisis con el desahucio de sus estadios

El fútbol de Río de Janeiro se quedó hoy desahuciado de sus estadios por el cierre repentino del Engenhão debido a graves fallos estructurales, lo que generó tiranteces entre los clubes y azuzará sus problemas financieros.

El cierre del Engenhão por el peligro de un eventual derrumbe de su cobertura, anunciado este martes, se unió al del Maracaná, que está en fase final de las obras para el Mundial de 2014, lo que sacudió los cimientos del fútbol carioca.

Tres equipos de abolengo -Flamengo, Fluminense y Botafogo- se quedaron sin techo hasta el final de julio, cuando acabe la Copa Confederaciones y el Maracaná recién remodelado pueda volver a ser usado por los clubes.

Hasta entonces estos tres equipos se vieron obligados a "exiliarse" en otras ciudades o acomodarse con fórceps en el estadio del Vasco da Gama, el São Januario, el único que, con 24.500 asientos, cumple los requisitos mínimos de capacidad para la liga brasileña, que comienza en mayo.

Los cambios en el calendario desencadenaron hoy una tormenta futbolística, cuando los tres exiliados se negaron a jugar los clásicos en el estadio del Vasco, alegando que carece de las medidas de seguridad necesarias para separar a las aficiones rivales.

La Federación de Fútbol de Río de Janeiro (FFERJ) decidió que los derbis de gran rivalidad y las finales del campeonato carioca se disputen en Volta Redonda, ciudad a 125 kilómetros de la capital regional, en un estadio para 21.000 espectadores.

El Vasco da Gama se sintió agraviado y se negó a ceder su estadio al Botafogo para el partido que tenía previsto jugar mañana contra el humilde Friburguense, como había determinado la FFERJ.

"Tenemos la impresión de que el Vasco hizo algo equivocado. El fútbol carioca vive un momento de emergencia, triste y delicado. (...) El Vasco se siente en el derecho, no de tomar represalias, la palabra es fuerte y fea, sino de preservar su campo", afirmó el director ejecutivo del club, René Simões, en una rueda de prensa.

El Fluminense, único equipo de la ciudad que está jugando la Copa Libertadores, reservó el São Januario para el partido contra el Caracas, que jugará el 18 de abril en la última jornada del grupo 8.

Pero el presidente del club, Peter Siemsen, dijo que todavía no ha decidido qué hará en las próximas fases, si confirma su clasificación, puesto que el estadio del Vasco tiene poco aforo.

Las finales del Campeonato Carioca, que se jugarán en mayo, siempre fueron garantía de gradas llenas en estadios grandiosos como el Maracaná, por lo que este año el "desahucio" le costará mucho dinero a los clubes.

El secretario municipal de Urbanización de Río, Armando Queiroga, no quiso descartar hoy la posibilidad de que se ejecute un "plan de emergencia" para arreglar la cobertura del Engenhão y reabrir el estadio a tiempo para las finales.

Una bajada de la taquilla puede ser especialmente onerosa para clubes como el Flamengo o el Vasco, que atraviesan ciertas dificultades financieras y se han visto obligados a vender jugadores importantes, lo que ha tenido reflejo tanto en su juego como en el descenso del público con respecto a años anteriores.

Los cuatro equipos grandes tienen medias de público de entre 5.000 y 8.600 espectadores en los partidos del campeonato regional, según recuentos de medios locales.

Sin embargo, la final de la primera manga del campeonato, conocida como la Copa Guanabara, congregó a 32.770 personas en el Engenhão para asistir al triunfo del Botafogo sobre el Vasco.

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