Neymar ha vuelto a ser el mejor indicador del estado del tiempo de la selección de fútbol de Brasil. Basta ver su aspecto, feliz o malhumorado, para tener el pronóstico del tiempo que acompañará a la Canarinha en su partido de turno.
Grises, fríos y lluviosos parecieron ser los días que los hinchas brasileños vivieron en coincidencia con los empates sin goles que los anfitriones firmaron en sus dos primeras presentaciones en el torneo olímpico.
Rayos y centellas cayeron, a juzgar por el peso de los críticas de la prensa y los aficionados, debido a que los rivales que arañaron puntos a los anfitriones eran de menor historia: Sudáfrica e Irak.
Para entonces el aspecto de Neymar era silencioso y molesto con la prensa, un estado que también contagió, por convicción o por solidaridad, al resto de sus compañeros.
El tiempo se nubló entonces con los cánticos que desde las tribunas proclamaron que Marta, la cinco veces mejor jugadora del mundo y capitana de la selección femenina “es mejor que Neymar”.
El seleccionador Rogério Micale tuvo que salir a disculpar el silencio adoptado por el capitán y la irritabilidad del resto de sus dirigidos.
Además, pidió a los periodistas “dejar de buscar villanos y cortar cabezas”.
Así como la meteorología, el fútbol no es una ciencia exacta, aunque vale para ambos la afirmación según la cual ‘después de la tormenta viene la calma”.
Un gol de Gabriel ‘Gabigol’ Barbosa a Dinamarca en el comienzo del partido de la verdad para Brasil, el de al última jornada de la fase de grupos, no solo rompió el ayuno de gol que traían los de Micale, si no que alivió tensiones dentro de la cancha.
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