Neymar, el más destacado de los jugadores de la selección brasileña que
disputó los Juegos Olímpicos de Londres y el amistoso en que Brasil se
impuso por 3-0 a Suecia, regresó ayer al país en una lujosa avioneta que
él mismo fletó para poder disputar un partido del club Santos por la
Liga.
El atacante, que el sábado se colgó la medalla de plata en Londres 2012
con la selección brasileña, abordó la aeronave en la noche del
miércoles, inmediatamente después del partido en Estocolmo que sirvió
para despedir al Rasunda, el estadio en que Brasil conquistó su primer
título mundial (1958) y que será demolido.
El delantero, una de las mayores revelaciones del fútbol brasileño en
los últimos años, aterrizó en la mañana del jueves en la ciudad de
Florianópolis, en donde el Santos se midió al Figueirense por el
Campeonato Brasileño, y alcanzó a descansar en un hotel diez horas antes
de dirigirse al estadio.
El propio jugador publicó una fotografía en su página en Twitter en la
que mostró los lujos de la aeronave, un avión ejecutivo con una cómoda
cama que le permitió dormir durante las 14 horas del viaje.
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