Dice Tite que debe ser un romántico porque no sólo le gusta ganar sino hacerlo de forma bonita y al ataque. No venció Brasil a una Bolivia sujetada por su inspirado arquero, pero se llevó grandes noticias de La Paz: a la Canarinha de Neymar ni la altura le quita el hambre.
Mientras medio continente aguantaba la respiración con el Mundial pendiendo de un hilo, esta nueva Seleçao que paga las cuentas por adelantado tenía una cita mucho menos emocionante, pero que también podía envenenarse.
A 3.600 del nivel del mar le esperaba la eliminada Bolivia con poco que perder, aunque reanimada por el orgullo de los 36 años que lleva sin perder frente a Brasil en la capital por las eliminatorias.
Con las bombonas de oxígeno en el equipaje, era el encuentro ideal para borrarse, pero nadie quiere bajar el ritmo en este grupo para el que, como viene alertando Tite, ya comenzó la Copa desde que en marzo conquistó el primer boleto a Rusia que se decidió en la cancha.
"Tal vez yo sea un poquito romántico. Buscamos como idea ganar, pero jugar de forma ofensiva y bonita (...). El equipo tradujo, la pena es que no concluyó. Pero también tiene esa solidez. Fue creativo, vertical en el último tercio, sin quedar desprotegido”, afirmó el seleccionador, que sumó así su undécimo partido oficial invicto (desde que llegó son nueve victorias y dos empates).
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