"Ahora voy a dejarme llevar por la vida. Va a haber fiesta todos los días". Esta frase de Ronaldinho publicada por el diario brasileño Extra ya es de cumplimiento efectivo. El mismo medio reveló que, apenas desvinculado del Flamengo, el excompañero de Messi en el Barcelona organizó una fiesta en su mansión de Barra da Tijuca, en Río de Janeiro, en la que no faltó comida japonesa y cerveza. También hubo un promedio de cinco mujeres por hombre, una verdadera complicación a la hora del baile.
Antes había dicho que se dedicaría a otra cosa. La información contradice lo dicho por el propio "R10", quien al ser anunciada su salida del Flamengo, afirmó que se dedicaría a cuidar a su madre, quien se encuentra internada en un hospital de Porto Alegre tras pasar por una delicada cirugía.
La explosiva salida del futbolista de 32 años del club en el que fichó a principios de 2011 no sorprendió en Brasil, debido a las constantes desavenencias que ambas partes venían manteniendo. Mientras que Ronaldinho venía reclamando salarios atrasados y derechos de imagen, la dirección del club le reclamaba por su opaco rendimiento y por los reiterados problemas de indisciplina del jugador.
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