Brasil terminó de despedirse ayer de los diez jóvenes víctimas del incendio que devoró el viernes un centro de entrenamiento del club de fútbol Flamengo en Río de Janeiro, con la sepultura de los últimos atletas que murieron en la tragedia.
Entre muestras de cariño y solidaridad, fueron enterrados en la víspera los últimos cinco atletas muertos por el siniestro, que tenían entre 14 y 16 años y jugaban en las divisiones inferiores del Flamengo.
En el Ninho do Urubu cientos de personas desfilaron para dejar flores, cartas o banderas en recuerdo de los jóvenes fallecidos, a quienes redordarán como los “ángeles” del equipo brasileño que sigue enlutado.
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