miércoles, 9 de julio de 2014

El 8 de julio, día de luto en Brasil



Neymar no jugó, una fractura lo sacó del Mundial, pero ni 11 Neymares en el campo hubieran detenido la máquina alemana, que arrolló a Brasil al derrotarle por 7-1, dejando a la canarinha fuera de la final de ‘su’ Copa del Mundo. Así, el 8 de julio será un día de luto para los brasileños.

Brasil vio escapar nuevamente el sueño del título en casa. Fue doloroso. En 1950, perdió en la final y por un marcador ajustado en el célebre “maracanazo” uruguayo (2-1). Del “mineiratzen” se hablará por los próximos 100 años.

En las tribunas, los miles de hinchas brasileños, incrédulos, boquiabiertos, llorosos, rompían su silencio cargado de frustración para abuchear a Fred, de nuevo apagado, e insultar a la presidenta Dilma Rousseff, que buscará en octubre la reelección. Y cuando llegó el séptimo gol se levantaron y firmaron la capitulación, aplaudiendo al rival.

Pocos eran los alemanes en las tribunas pero se hicieron sentir con su “Río de Janeiro, oh oh oh”... que recordaba quien iba a la final en el legendario Maracaná. Brasil no venía jugando bien. Sudó para ganarle a Croacia, empató con México. Solo goleó a la disminuida Camerún para de nuevo sufrir frente a Chile (clasificación por penales) y Colombia (2-1).

Pero Luiz Felipe Scolari aseguraba que “tenían una mano en la Copa”. Brasil en efecto la tiene, la mano de la presidenta Rousseff que entregará el trofeo al ganador que se definirá el domingo 13 de julio entre Alemania y Holanda o Argentina.

Esta selección pasa así como la peor de la historia del país “rey” del fútbol, y arrastra consigo a Luiz Felipe Scolari, el artífice del pentacampeonato... ¿y a Neymar? A Neymar, la fractura lo salvó de ser testigo de esta goleada, la mayor de su historia. Antes había sido Uruguay con un 6-0 en la Copa América de 1920.

Habrá quien diga que el humillante resultado se debió a la ausencia del menino, que sufrió una fractura en una vértebra en el partido frente a Colombia (por los cuartos de final) y quedó fuera del Mundial, necesitando al menos 40 días para recuperarse.

Pero la verdad es que la selección de Brasil necesitaba —según lo demostró en este torneo— mucho más que la técnica insolente del garoto de 22 años, atacante del FC Barcelona, que marcó cuatro goles en este “su” Mundial y participó en otros dos. Por más que se echara el equipo encima, solo, no hubiera podido parar a la máquina alemana, que se activó después de ver pacientes cómo Brasil agotaba todo su combustible en escasos minutos.

No encontró un ‘salvador’

EFE

La selección no solo no encontró a su Amarildo —el jugador que sustituyó al ‘rey’ Pelé cuando cayó lesionado en el Mundial de 1962— sino que demostró que está lejos de esa selección que tenía otros grandes cracks como Garrincha en aquella Copa.

En 30 minutos, el marcador anunciaba un 5-0 que sellaba la peor goleada de la historia de Brasil en mundiales (terminó en 7-1). Antes fue el 3-0 de la final contra Francia en 1998.

Organizada, equilibrada en cada línea, jugando con autoridad, esta Alemania torturó dando clases de fútbol a este equipo sin cracks. El partido comenzó con entusiasmo, con un emocionante himno dedicado a Neymar —David Luiz mostró su camiseta con el ‘10’— mientras muchos en las tribunas se ponían máscaras de papel con el rostro del astro ausente.

En el suelo quedarán estas máscaras como quedaron en el gramado los jugadores de Brasil, humillados con siete goles. A Dante, que lleva cinco años jugando en Alemania, le consolaban sus compañeros del Bayern de Múnich. Uno de Óscar en el descuento dejó a unos pocos gritar “yo creo, yo creo”..., pero estaba todo perdido. Ahora van a Brasilia a jugar el amargo tercer lugar de un Mundial que se suponía era de ellos.

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